Veinte días después de las elecciones presidenciales, cuyos resultados fueron motivo de controversia entre el oficialismo y la oposición, este país andino se vio envuelto en una vertiginosa crisis política desatada el domingo pasado tras conocerse los resultados de una auditoría de la OEA que detectaron irregularidades y recomendaron realizar una segunda vuelta.
La crisis mutó a golpe de estado, cuando tras protestas masivas, motines policiales en todo el país, actos de violencia política y saqueos, la plana mayor de las fuerzas armadas sugirió públicamente al presidente que renunciara.
Sin garantías para su seguridad, Evo Morales renunció, y con él toda la línea sucesoria. Con el presidente exiliado en México, la oposición coronó, en una sesión legislativa sin quorum por la ausencia de la mayoría del MAS, y sin tratar la renuncia de Morales, a la senadora Jeanine Yánez. Mientras en las calles se mantienen las protestas de partidarios del presidente y la represión policial y militar hacen temer una guerra civil, los legisladores del MAS lograron sesionar y consagrar nuevas autoridades en ambas cámaras, lo que forzó al gobierno interino a un diálogo de resultado todavía incierto.
La socióloga Inés Nercesián y Pablo Stefanoni, director de la revista «Nueva Sociedad», se sumaron a José Natanson, Jorge Elias, Raul Dellatorre y a Natasha Niebieskikwiat para analizar la situación en Bolivia.